¿Quieres la verdad o algo hermoso?
Aunque suene a vieja, sí me acuerdo del mundo sin redes sociales en internet.. el mundo sin internet. Cuando los influencers eran tu sistema cercano y entonces los referentes eran conocidos; los héroes terminaban por evidenciar sus debilidades y para lo inalcanzable estaban el cine, la televisión.
Nos movimos a un tiempo en el que es posible mostrarle al mundo lo que somos, o lo que queremos parecer... porque al entorno cercano, no es posible ocultarle nuestras debilidades, pero a ese mundo de seguidores que no sabemos quienes son, sí. Podemos mostrar eso que nos gusta, que nos hace parecer bellos, que nos vuelve héroes para alguien, en algún momento.
Las redes sociales en internet me parecen un invento increíble. Lejos de hacer una crítica amarga o nostálgica porque el mundo antes era mejor, yo me sumo conscientemente a un mundo en el que los círculos sociales se amplían, se vuelven fascinantemente grandes y diversos.... o podrían, porque el éxito de estos espacios es juntar a gente que se parece, se compara y se valida.
Tengo que reconocer que me encantan, porque a través de los contenidos que la gente pone, aprendo muchísimo aunque al mismo tiempo me encuentro distraída en la vida de alguien ¿a quién no le gusta el chisme?. Al mismo tiempo que los contenidos me entretienen y me inspiran, me confunden, porque siempre hay ese momento en el que aquello que los otros comparten, te pone a comparar tu vida, la verdadera vida, con eso que está en las redes.
Últimamente, no sé si porque voluntariamente lo seguí o porque las personas que sigo están en ese plan, resulta que recibo consejos de mejoramiento de la vida, por todas partes. Cómo conectarme con las emociones, cómo el ayuno intermitente cambió la salud de alguien, por qué está bien comer animales, por qué está mal hacerlo, lo que pasa en países en crisis pasa porque el otro está equivocado, las vacaciones que alguien tiene, un montón de gente que ha tenido bebés hechos en la cuarentena y así...la cantidad de información que me llega a las manos es muchísima más e la que necesito. Me ha dejado sin tiempo.
Al mismo tiempo, yo, claro que tengo perfiles en todas las redes. Además publico en ellas, porque ese placer de mostrar que vivo en una ciudad hermosa , que he comido algo rico y que encima soy exitosa según yo, es algo que me encanta mostrar, como a todo el mundo. Sigo a unos cuantos famosos que me inspiran y que muestran con mucho humor sus debilidades, humor y control, porque nadie quiere mostrar las cosas menos elegantes. Todo tiene un límite.
Siempre es posible desconectarse, pero yo creo más en la posibilidad de elegir muy bien con qué conectar, preguntarme, buscar esas inspiraciones que hacen bien, conocer a quienes escriben sobre lo que me interesa, cuestionar sus verdades, aceptar, que como todos los demás, esos que nos inspiran son personas que tienen debilidades y que seguramente fallan mucho, pero que se atreven a tener una vida alternativa en ese espacio de apariencias, donde pueden tener la ilusión de que todo está tal como quieren.
Me siento afortunada de haber conocido el mundo antes del internet, porque aprendí a sorprenderme con otros espacios de fantasía como los libros, la música, el teatro, las películas; donde todo es inventado pero está en control, porque la trama está escrita y me busca para conectar con el mundo que llevo dentro.
Me encanta tu artículo. Yo me conecto-desconecto por la cantidad de información, a veces se complica la elección de lo que quieres ver y lo que no. Como tú, también encuentro comentarios, frases, gentes que inspiran y alegran... como tú.
ResponderEliminarExcelente, morena. Una visión madura y clara del juego. ¿Satanizar las redes o sacralizarlas? Simplemente entenderlas como una oportunidad, a veces para hablar, muchas veces para escuchar y, las más, para quedarse callado.
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