Café con olor a avellanas

Hay cosas que solo suceden cuando alguien es capaz de convertir las cosas sencillas y cotidianas en algo  único que con el tiempo se vuelve fundamental. Eso ocurrió con el café con olor a avellana que compartía con el Santi cada vez que estaba en su casa. Nunca le pongo nada al café y esta era la única excepción, porque no se trataba solo del hecho de compartir un café, sino la posibilidad de hacerlo en su compañía, con su sentido del humor y forma de ver la vida: mucha generosidad y poca tolerancia quien quiera abusar de ella.  


Me parece que se topó con la vida adulta siendo muy joven y aprendió a encontrarle las oportunidades, pero también aprendió pronto a lidiar con sus dificultades y desencantos hasta perderles el miedo.  Escucharle hablar, era aprender que no hay problema que no se pueda afrontar y que las equivocaciones están ahí, en la vida de todos porque somos humanos y sabemos muy poco de ella.

Hasta que le tocó la enfermedad, el dolor y la batalla más dura. Saber que la muerte le llegaba pronto, antes de tiempo y que, como correspondía, habría de hacerle frente. El miedo más grande que todos tenemos, ahí estaba y lo afrontó como él sabía, siendo fuerte y cuidando a los suyos, hasta el último segundo que fue capaz.

Si alguien merecía vivir bien muchos años más, era el Santi. 

Fuerte y expansivo, protector de los suyos. Divertido y sensible. Seguramente tendría sus secretos, pero también era dueño de muchas claridades. Sus formas únicas y genuinas lo hicieron ser querido por tanta gente a la que tocó con su arte y abrió las puertas de su casa. 

Ahora queda honrar y celebrar su vida, tomarnos ese café con olor a avellana de vez en cuando e imaginarnos lo que diría si nos ponemos cursis recordando cosas.

Que vueles alto, Santi. Que si hay algo después de esta vida, te sea simple y divertido, que toda la generosidad que repartiste por aquí, te sea devuelta. 

Acá dejaste bastante para que los tuyos se sientan amados para siempre.


Comentarios

  1. Hermosa reseña de un hombre bueno. Tu texto, abraza

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  2. Hay veces que dejar escrito lo que sentimos es compañía, es reconocimiento y consuelo. Es plasmar lo que recibimos con el corazón y que ahí está guardado. Te quiero hija mía.

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  3. Que lindo relato. Mi imaginación me acaba de llevar a estar sentado con Santi, acordándonos de nuestra niñez y juventud, riéndonos de todas las fechorías que hacíamos. Te extraño mi hermano…..

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