Agotadora maternidad III
Mi abuela tuvo doce hijos. La casa no paró de llenarse de niños, apenas unos crecían, otros nacíamos (los nietos) y la vida, la bulla, la guitarra y la comida eran la vida.
Nunca se me ocurrió, aún siendo ya madre, ver las cosas desde la perspectiva de mi abuela. Tenía una serenidad, que supongo, era en realidad una especie de resignación ante estos seres que invadían-alegraban y que eran su vida.
Siempre admiré a mi abuela y entiendo que eran otros tiempos. Ella no era ejecutiva, era mamá y abuela. La vi tan perfecta siempre, que no se me ocurrió pensar en que eligió (o no tuvo opción) el camino de la agotadora maternidad.
Ella tuvo doce. Yo tengo tres y a veces no sé ni quién soy.
La crianza es tarea compleja y te hace responsable de la vida de estos pequeños, vida que es de ellos, en la que los caminos que les muestres son opciones que elegirán voluntariamente. Quizá lo más difícil de esta tarea es la incapacidad de tener el control conforme van creciendo. Si. Incapacidad. Porque al menos yo lo he intentado, pero no es posible. Recuerdo a mi madre intentando tener el control y yo adolescente luchando contra ese desesperado intento,y entonces me identifico, y pienso en la sabiduría de mi abuela y su tranquila resignación.
Hay que creer y confiar en que todo lo que hacemos las mamás, guiado por el amor, eventualmente (eventualmente) nos tendrá durmiendo tranquilas. De momento, con mis adolescentes y mi guagua, me renuevo día a día, vivo el momento y no me mortifico más con el futuro, finalmente llegará.
Nunca se me ocurrió, aún siendo ya madre, ver las cosas desde la perspectiva de mi abuela. Tenía una serenidad, que supongo, era en realidad una especie de resignación ante estos seres que invadían-alegraban y que eran su vida.
Siempre admiré a mi abuela y entiendo que eran otros tiempos. Ella no era ejecutiva, era mamá y abuela. La vi tan perfecta siempre, que no se me ocurrió pensar en que eligió (o no tuvo opción) el camino de la agotadora maternidad.
Ella tuvo doce. Yo tengo tres y a veces no sé ni quién soy.
La crianza es tarea compleja y te hace responsable de la vida de estos pequeños, vida que es de ellos, en la que los caminos que les muestres son opciones que elegirán voluntariamente. Quizá lo más difícil de esta tarea es la incapacidad de tener el control conforme van creciendo. Si. Incapacidad. Porque al menos yo lo he intentado, pero no es posible. Recuerdo a mi madre intentando tener el control y yo adolescente luchando contra ese desesperado intento,y entonces me identifico, y pienso en la sabiduría de mi abuela y su tranquila resignación.
Hay que creer y confiar en que todo lo que hacemos las mamás, guiado por el amor, eventualmente (eventualmente) nos tendrá durmiendo tranquilas. De momento, con mis adolescentes y mi guagua, me renuevo día a día, vivo el momento y no me mortifico más con el futuro, finalmente llegará.
Mi mamá me contaba de su bisabuela. Tuvo creo que 6 hijos. Todos vivían juntos en una gran casa. Eran de provincia, entonces además había muchas empleadas mujeres del campo que vivían también ahí con sus propios hijos. Después todos los hijos tuvieron hijos...De hecho una hija, tuvo 4 hijos todos de diferente padre...Todos, hijos, nietos, sobrinos, primos, "las criadas"...todos vivían juntos. Cocinaban, comían, dormían y se contaban historias de miedo... No había luz al inicio, y todo era el tazón de machica antes de dormir y las historias de miedo. Después con luz, eran todos los niños juntos oyendo las radionovelas. Criar en comunidad, esa debió ser la única forma de vida posible para que las mujeres vivan la maternidad como un evento cotidiano y natural, en comunidad. A nosotras en este tiempo no nos queda más que atarnos a las comunidades virtuales al menos.
ResponderEliminarHermoso blog.
Gracias Paulina por darte el tiempo de leer mi caos (tu tienes un blog por tema) yo un caos de vivencias y reflexiones. Pero así es mi vida.
ResponderEliminarBien por estas comunidades virtuales que nos permiten compartir esto que en soledad, creeríamos que no es natural!
Besitos.
Gracias a esas "agotadoras maternidades", nuestras vidas hoy, que ya estamos viejos, siguen teniendo la fuerza y la ternura con la que llenaron nuestros corazones, nuestras mentes y nuestras ilusiones.
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