ARTE Y NO VIOLENCIA
Hace pocos días me invitaron a hablar del arte como camino a un mundo sostenible y sin violencia.
Preguntarme si el arte puede servir para conseguir el mundo sostenible que nos hemos planteado para el 2030, me ha obligado primero que nada a cuestionar esta práctica de buscarle la función a todo, como si el arte tuviera que servir para algo.
Siento que si algo tiene la virtud de ser interpretado por cada persona desde su más íntima perspectiva, es el arte. No importa si eres el artista, el transeúnte o el experto… a la hora de encontrarse con una propuesta artística, no hay respuestas correctas, no hay respuestas incorrectas.
Escribo esto mientras escucho una canción maravillosa, escrita como una poesía perfecta, interpretada con un talento exquisito, me siento bien, no lo puedo explicar. Solo puedo decir, que si a mi alcance hay algo de belleza, puedo afrontar mi mundo de una mejor manera. Alcanzar el fin de la pobreza, reducir las inequidades, podría ser posible si tenemos alrededor un mundo más amigable.
El arte si puede servir para eso.
Desde el punto de vista de quien lo disfruta, el arte es una oportunidad de encontrar respuestas que no se le ocurrieron, de asombrarse, de conectarse con la capacidad de imaginar y de jugar que está en la esencia de todos y que en un mundo violento es casi imposible re-encontrar.
¿Qué pasa con quien lo expresa?
Tengo la suerte de rodearme de creatividad. Trabajo en una casa rodeada de arte, vengo de una familia obsesivamente inventora a la hora de expresar lo que siente.
Pienso en el arte como la posibilidad de decir, de gritar lo que en otros entornos no es posible. Creo que aunque esa tampoco es su función, es inevitable que suceda. Hay espacios, instalaciones y obras de arte creadas porque la necesidad de decir algo, de iniciar una conversación es inaplazable.
Hemos escuchado canciones, recitado poemas, observado fotografías, leído obras que nos cuentan una historia, que no dejan que se nos olviden cosas fundamentales. Ello me lleva al concepto de sostenibilidad... dejar un mundo con recursos suficientes para las generaciones futuras me remite a la memoria, a la construcción de un patrimonio que hacemos todos los días y que se transmite a través de alguna forma de arte.
Un mundo violento afecta a varias generaciones. Reparar los daños significa un costo enorme. Tener espacios de reflexión y de creación de una memoria colectiva - positiva, son fundamentales para promover un mundo sin violencia. Eso puede hacerse en distintos entornos pero se hace mejor en bienestar, se hace en espacios de recreación, se hace con la música, la cocina, el uso de los espacios compartidos. El arte también sirve para evadir, si; el arte también es poderoso en provocar.
Hay artistas que decidieron usar su obra como una plataforma para tocar el tema de las desigualdades de su entorno y provocar conversaciones que no pueden seguir siendo aplazadas o que adquieren otro tono en medio de la incomodidad del tema que proponen.
Manal Aldowayan, es una artista árabe que encontró en el arte una plataforma para referirse a la injusticia social. Ella visibiliza la realidad de las mujeres que pierden su nombre, su identidad y su posibilidad de volar en libertad. http://www.manaldowayan.com
Suspendidas juntas es una obra impactante. Una instalación de conjunto de palomas que parecen volar, todas juntas, pero al mismo tiempo están inmóviles. Tienen grabado el peso de las cartas de autorización que los esposos de las mujeres representadas en las palomas, deben firmar para que ellas puedan salir del país.
La misma artista, propuso otra instalación, a la que llamó Tree of guardians. Son hojas grabadas con nombres e historias de mujeres que pierden su identidad y la posibilidad de contar sus historias.
Pasar cerca de esa instalación, provoca al visitante tener conversaciones sobre la memoria de sus madres y abuelas.
Como ella hay maravillosos ejemplos en la historia del arte y en lo contemporáneo. Yo no soy experta en arte, pero si he dejado que una obra me conecte con un tema importante, me he espantado los colores de una época, me he asombrado con la forma de expresar el amor o el horror que algunos artistas propusieron con su trabajo.
El arte popular, ese que está cerca de la mayoría de las personas, tiene la virtud de acercarnos a la vida cotidiana de un pueblo. Al mirarlo descubrimos un poco de otros, nos ponemos en su lugar y si vamos más allá imaginamos cómo es vivir ahí, qué es lo importante, cuál es la memoria colectiva.
Entender quien es el otro y valorar su forma de ver el mundo es el contrario a la violencia. El arte también puede servir para eso.
Lo cierto es que las expresiones artísticas son sobre todo un espacio parecido al juego, a la fantasía, a la capacidad creativa que todos tenemos y que un mundo violento se ha encargado de quitarnos.
Si nos permitimos ver sin miedo, sin querer poner por encima de nuestras emociones una absurda intelectualidad informada, probablemente nos conectemos con ese mundo asombroso que llevamos dentro y que necesitamos dejar ver para dejarles a nuestras futuras generaciones algo de belleza.
Mirar:
LOTUS- de Sanford Biggers
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