Los golpes

Hay cosas que solo se pueden creer cuando se viven. Especialmente aquellas que duelen. Hoy tuve un encuentro, real, en vivo con algo que me había sido narrado muchas veces.

Pienso ahora esas cosas que suelen advertir las madres, las amigas, las hermanas; que solo se escuchan y se ven de lejos; que uno piensa: jamás me va a pasar, es una exageración. Pero en la vida no hay nada de que escaparse, ella te transporta tarde o temprano a experimentar, aprender y comprender que no estamos solos, que convivimos con gente diferente, que nuestras expectativas no siempre se cumplirán y que los golpes, que los golpes duelen en lugares que creíamos no tener, nos dejan sin aire por un momento y nos obligan a reaccionar de alguna manera: protegiéndonos, peleando, gritando, callando. Hoy recibí un golpe inesperado, que creí ajeno pero no lo fue.

En mi firme decisión de vivir en positivo, el golpe que me ha dejado sin aire, que me ha demostrado quien es quién, que me ha obligado a reaccionar, me ha dejado un aprendizaje, una decisión, un propósito, un nuevo enfoque. Así sea.